miércoles, 6 de mayo de 2009

Se termina la Megademia en sí


Cuando hace traca la matraca... Y te atraca la calaca... Te retumba la maraca... Traca traca...


Y nunca falta quien de más se nos ataranta...


Y canta...


Como canario. Debido a ello, hay alpìste regado por todo el suelo.


Se te bota gacho la canica agata bombocha de lo cefalorraquídeo y se te safa una tuerca de la cinta de rondanas, rulines y transistopas. Pero eso nada más quiere decir que te volviste loco de verdad, no quiere decir que sea pura mentira lo que está pasando. No falta quien se aloque con un buen susto.


Cf. Nagarjuna & Dogen = de(s)construcción


Pero ¿cómo se escribe la historia de lo que está pasando ahora? ¿Cómo escribir este reportaje? Los datos duros, objetivos, están ya en otros sitios de internet. Es poco.


Mientras, como era de suponer, los datos blandos, subjetivos, circulan por todas partes. Ya, ahora mismo, nada más con ver en YouTube (nomás escárbale tantito), se ve que hay de todo. Pero, ya entonces, mejor seguir la deriva de los videoclips con la música, sin más rollo verbal que vamos todos a danzar. Sólo nos queda la música.


En eso fluye y refluye la tentación de operar entre ficción y realidad dentro de este reportaje.


La ficción, claro está, a la Rousseau, paseante solitario, en este caso, si se puede, con tres cabezas y personalidades, de acuerdo al mito y sueño del “buen” reportero: por motivos de argumentación ética, discurre a través de la ironía. Pero luego la gente no entiende nada, no ven el chiste del chiste, hay que depender mucho de la deixis contextual, suma imaginaria de todas las deixis del texto, suma que es por naturaleza inestable.


La realidad deviene la pesadilla de Jorge Luis Borges, el horror de intentar describirlo todo, absolutamente todo, comenzando, por voluntad de objetividad, con lo más inmediato a la entidad escritora: para no dejar de decir nada. Algo imposible, nadie vive tanto, ni Borges.


El aforismo con sus toques sartreanos y humanistas de literalidad tipo Zaratustra, es la gran tentación, todavía. Así fluctúa la escritura de esta blog: el canario en la mina de carbón.


Imposible no ir zigzagueando entre el delirio ético, la Guadalupana, por ejemplo, y la verdad de los hechos y el recuento de los daños: paraquat como paradigma. No ha sido para menos, así y cada vez parezca que no era para tanto. La razón, diría Sancho Panza, no anda en burro. Aunque le doliera a él. Pero también sería luz contra la demencia de ser normal que todo el tiempo está a punto de destruir a Don Quijote, la normalidad que lo sacaría de la novela y del reportaje y lo dejaría bostezante bostezando en medio del Gran Bostezo que causa La Catástrofe Tranquila. Estar aquí.



De tal forma, aquí sucede como en la película Angel Heart de Alan Parker, un relato de diabólico doble, donde el detective Harry Angel va descubriendo de secuencia en secuencia la carta robada de que él mismo es el criminal que persigue como perro policía y que su ser predestinado está escindido entre Dios y el Diablo; pero al servicio, en definitiva, de los intereses de Don Diablo, Robert de Niro. O sea: que él mismo, el bueno de la película gacha, es el meritito malo, y un malo muy malo porque todito es del malo, porque él, don Guapo Ángel, ni cuenta se da de que tan sólo es un títere de El Malo. Como Edipo Rey --pero con vudú gringo. Incesto de padre con hija, más de manicomio.


Lo demás, como tú podrás suponer, ya ocurre o pasa en tu cabeza y ya es por completo otra cosa. Otra película. No hay de otra, es el clinamen --dicen los griegos, desde quién sabe cuándo. Seguro, desde mucho tiempo antes que Nuestro Señor Moctezuma se las diera en buen plan conciliador al como que fotógrafo y performancero Tunick de su generación, don Hernán Cortés, como piensa M que diría o escribiría un Octavio Paz siempre bisoño y algo ñoño en cosas de la historia dura.


Las interpreteciones, las lecturas.


La risa que perdura.


Como tampoco al objetivo de la cármara de Tunick los aztecas del sol enano del Zócalo esa vez, no le ofreceron ninguna resistencia, como Mctezuma, como La Malinche. Si hasta el buen tío Monsi les decía con su microfonito: "A ver, bohemio/as, aflojando y coperandom sueltito/as y cooperando... No ofrezcan resistencia a su voluntad exhibicionista."


Ea ea.


Así está escindido el sujeto colectivo pero unitario que esto escribe: un texto ya de esta época, como que en aforismos: cada entrada de esta blog parece un poco eso. Un texto eléctrico que en el que subimos cosas que bajamos de otras partes. Incluso del cerebro y el cerebelo, incluso del bulbo raquídeo. Más nuestro relato, nuestro punto de vista. De ti reportas, reportador... Entre un M, loco, y una Chorcha Chillys Willys, analista, reportera. La ropa, lo de menos. El inconsciente, colectivo. La pecata, ya en familia, di-minuta.


El reportaje. Información nuestra para calmar los nervios nuestros, de acuerdo al giro de moebio que genera y hace posible un dispositivo como éste, el texto de la blog. Una forma de hacer “tierra” en medio del huracán quieto de la cuarentena relativa, cerca de quince días. No perder la cordura y juzgar con más cuidado la información y los hechos. Que es lo que hemos venido haciendo.


Libido de escritura para reportar la Megademia desde nuestro estar dentro de ella.


Escritura. Que así intenta, una y otra vez, cada tantos ingresos que da en el tema, de dar alguna razón de su razón y razones, de su definitiva no-locura. Esperamos. Para llegar a donde vamos, que es algo como lo que pasa con “Mailer” en Los Ejércitos de La Noche. Uno que se hace dos y deviene tres y los que se van sumando, hasta llegar a ser varias decenas de miles. Por razón del reportaje.




Uh uh...

La Megademia del Virus AH1N1.


Un asunto muy interesante de reportar, así todo lo de la Megademia de influenza mortal sea un gran invento como La Segunda Venida de Jesucristo y el Día de La Parusía; o así sea todo esto nada más parte del comienzo de una serie de epidemias y conflictos de la salud mundial que pueden hacer peligrar la existencia de la especie, ya no sólo la de las grandes mayorías. Un peligro por engaño o por contagio que es donde nos encontramos ahora, tratando de salir de él, conociéndolo, describiéndolo, reflexionándolo, comentándolo y conversándolo.


No se olvide. La esquizofrenia es simbólica hasta cuando parece que su sujeto de la locura pierde toda idea de ello. No es todo locura en la mente esquizoide. De que algo les da, algo les da, y son espejos de la casa de los espejos de la realidad, hasta Lacan se quedaba con la boca abierta por eso. Como el Pink Floyd protagonista de The Wall... Una subjetividad esquizofrénica trata de interpretar y dar a interpretar algo, no siempre algo superficial. En eso se basa nuestra identificación con la situación narratológica del canario en la mina de carbón.



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