miércoles, 6 de mayo de 2009

Editorial de filosofía política




Regresa este lindo ya vetardo y clásico grupito de vanguardia de la dignidad gay con traje y corbata de valet parking, tipo militante republicano de Boston que ya ni supo que hubo clóset. Se puede ser, y no dejar de usar bigote villista, como el de los diputados viriles de antes, ya que hoy todo es metrosexual o franciscano de Padua. Para decir sin miedo al qué dirán lo que se plantea desde el principio, lo que pasa como virus AH1N1, sea ideología o sea guerra bacteriológica, es algo tan nuevo en esta ciudad de México que no nos queda otra cosa que pensar. Algo nada usual entre nuestra gente pensante, tan hecha a repetir lo que dice Monsi o lo que dice Krauze o lo que dice el suplemento cultural de El País.

Los emos quedaron como crisálida. Los demás como mosca en hielo coctelero. No poca gente mayor se quedó de plano en piantado galopante un rato, con el foquito rojo de fwl taym: como el caso de M que aquí todo mundo sabe. No lo despierten, plis, no todavía. Déjenlo dormir, al canarito. No lo hagan berrear, si está dormido.

Por eso va lento, bien lento lo de ponerse a pensar y pensar qué está pasando y cómo regresar a todo después de todo. Los demás, generalmente conciencias serias, responsables y correctas de carácter izquierdista o izquierdizante, siguen en el Lado B del disco --como predijo Lenin:

1) Denegación: "Es un invento del Gobierno para ocultar algo."

2) Reconocimiento parcial: "No fue para tanto. Nomás una gripe. Don Manolito dice que hasta descansó de la legimitad galopante en la cama del hospital de ricos donde estuvo; que sólo extrañó su compu y sus ideólogos de cabecera que la hacen funcionar como si él pensara y escribiera sobre el compromiso de no creer en nada de nada hasta que el caudillo no mande como dios manda."

3) Desesperación: "¿Quién dijo eso? Yo no. No, para nada. Lo que yo quise decir es..."

4) Resignación: "Que vaya el pirrurris, no queda de otra, ya sé. Él sí sabe ser maleducado, no como el Noroña ese. Pero, con todo respeto, que lleve su cubrebocaynariz azul como el de todo mundo y que nomás no se deje ver mucho, por nadie. Y que traiga itacate, porque seguro hay botana rica. Lo digo yo. Y el botecito, con todo respeto, está allá atrás, junto a la pila de agua bendita, para la Mi-Coperacha, camaradas. Ni un paso atras. Vamos a por el botín..."

Y los bejaranos suponemos que dale que dale con el bizne de las multas de ahora, que son multas por todo lo que Alí Baba quiera. ¿Y las ligas, apá? Un buen empujón para el cochinito del 2012, donde se predice en el calendario maya que robará del bote hasta lo menos más ruin y lo en apariencia noble de la perrada política mexicana. Donde lo ruin desborda y mucho
escacea hasta lo en apariencia noble.

El resto de la humanidad próxima se dedica a lavar y lavar sus cochechitos del movimiento familiar cristiano, el de la mamá, el del que vive ahora con ella, el del papá que a veces la visita, los de las criaturas de ambos y los de las criaturas que ya traía cada uno por su lado y los del servicio doméstico; para luego ir y lavar por dentro y por fuera sus condominios de interés social y sus esposoa/as de interés sexual para lo del género. Un gastadero de agua como el de siempre; pero ahora de todo mundo en forma compulsiva. Para el retorno paranoide a la normalidad...

¿Qué pasará en la ciudad de México este 10 de Mayo? Hagan su quiniela.

Para nosotras es algo impredecible.

Lo más usual y acostumbrado es que todo mundo lleve a su reverenda y venerable madrecita a comer en algún restaurante, aunque sea en uno "virtual", hecho de mentiritas en la misma casa, con la tele de espectáculo, la compu de ambiente y el cariño de toda la familia, que hasta se disfrazan de mesero y de hostess, de valet parkiung y de narco que come en la mesa de al lado con todo y sus guaruras. La gente de la ciudad de México es madreolátrica en exceso, cosa bien chida, ese día, para la gente restaurantera. No hay mamá sin familia, lo cual ya da mínimo dos por mesa. Así el restaurante sea una de esas fondas o casi puestos de la calle que el inepto Ebrard tanto ignora y desprecia, ya que, como debe pensar él en sus ratos de equidad de dientes para afuera, no todo es como El Cardenal donde él y su familia de vez en vez comen con su gente cuate. Porque lo del día de las madres va de veras a lo grande...

¿Encierro casero otra vez? ¿Nada de salir a lucir a la ruca, con vestido nuevo y aretes obsequio de la nieta? ¿Nada de que un día use el delantal como adorno? ¿Nada de un día sin cocinar y lavar los platos para toda la familia? ¿Nada de un día sin ver a la gente del servicio doméstico estarla mirando a una nada más como vacas ambas partes del sistema de ese mirar? ¿Nada más por un pinche virus que no tiene a nadie tirado con manchas y pústulas negras muriéndose en la calle?

¡Qué broncón!

¿Qué pasará si está prohibido lo de los restaurantes al estilo de antes? ¿Robarán más los bejaranos, servirá todo para menear el agua en favor de la rebelión de los lentos que ya están por llegar acaudillados por la batuta delirante del reyecito lopesitos?

Hagan sus cálculos, corran sus apuestas. Imposible predecir algo.

Nuestros gobernantes en asueto permanete, el Gobierno entero, aquí y allá, ya cobran su quincena por adelantado y con un buen aumento de horas extra para quitarse el susto. Los médicos y enfermeras del montón, se aprestan a correr como ratas o cobrar el quíntuple por arriesgar el pellejo con gente zafia; los demás ya tienen arreglado cómo no pagar tantos impuestos y hacer una de lana como si hubiera epidemia, porque a río revuelto de virus, negociote de médicos, hospitales y farmacéuticos. Sólo los heroicos y las heroicas, médico/as y enfermero/as, están alerta y estudian como locos para ponerse al día ante la novedad.

Los intelectuales de Coyoacán dan entrevistas por YouTube y escriben mensajes por donde sea: aquí estoy, no pasa nada. Vean hoy el programa de comida en TV UNAM, estará lindísimo. No usen la mascarilla, ya no queda ni una sola en el país, ya para qué. Ya todas las gastaron haciendo orateces en el DF.

Ríe la gente. Sueña. Se enamora. Hay quien se casa, ya con una panzota de hasta seis meses. La gente ríe. Llora. La mayoría es feliz con lo que tiene. No hay pendejo que no lo sea.

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