lunes, 4 de mayo de 2009

Ya habló por tele Calderón el lento




No falló nuestra prospección anterior. Salió el presidente y dijo lo que se siente. Nada más. Y lo que se entiende. Nada más. Según lo que puede entender un burócrata como él, cuyo deber es saber operar en la administración de lo público. Nada del otro mundo, ni que pida dotes superiores a las de un abogado. Lo único nuevo: que esté fuera de moda, con su corbatita de esclavo bancario, todavía, ¡tan fácil de que se meta en la sopa como atinadamente ha señalado ya para la posteridad su secretario de salud con estilo para gobernar a la Tío Gamboín de Chabelo, pero con el bigote y el pelo como que pintados para que se vea más viril la imagen en cuadro, ya que la voz le ayuda como decía Otaola.



El virus que provocó la sabia reacción contra la Megademia: sí es una mutación por completo nueva del virus de la influenza acelerado en laboratorios hace ya unos cincuenta años. El de ahora se llama A(H1N1). No es en definitiva mortal, ni parece que sus nuevas figuras lo vayan a ser. Daña como la gripe, nada más. Lo malo es que, ya declarado, en personas que lleguen a situaciones grave, sólo cuatro productos farmacéuticos funcionan bien como droga contra el virus y su acción sobre el organismo humano, producto las cuatro, según parece, de únicamente dos laboratorios farmacéuticos, ambos, a su vez, dependientes del Pentágono Norteamericano --que ni es Obama ni son los EUA, no exactamente.

Para el mundo, el problema es leve. El rebote en otoño e invierno próximos, como ya está previsto, deberá ser más ligero que lo de ahora. Todo es cosa de saber prevenir con buena memoria. Y ya. No proglem.

Para la ciudad de México la cosa está más difícil. Se acabó el riesgo de la Megademia. Pero no disminuyó mucho la contingencia ambiental por lo deficiente del aire para respirar, sigue aquí el mucho esmog de antes de la cuarentena relativa, no disminuye de forma significativa. No estamos por completo afuera de un grave problema de salud pública, ya es malo que no cambie la situación; pero, si sigue así, o empeora tantito, los daños pueden reactivar los riesgos de la Megademia. Y ni para cuando acabar.

De todas maneras, las cosas se calman mucho. Ya todo es pensar en el regreso a la normalidad. Con dos días para pensar y planearlo con cambia.

No podemos quedar en la red de la paranoia. Es importante aprovechar la fuerza maldita de esta carta robada al orden del gran bostezo, para madurar socialmente, para hacer crecer la imaginación de nuestra sociocultura. Cada quien en lo suyo, cada quien donde deba. En la higiene y la paciencia, que implica, de principio, actuar mejor contra la corrupción y el populismo, que son lo que más hace peligrar -- desde lo político -- el bienestar de la gran ciudad de México.

Eso comienza a resultar, ya aquí, de la experiencia. Una universidad para la gente universitaria, un asueto para la gente de asueto, un susto grande para la gente que se asusta grande y así de cabeza en cabeza. Lo que sigue es cosa de comunicarnos.

Pero, mientras, la ciudad sigue como va. En peligro inminente, mientras no cambie de modo significativo para bien la condición del aire que se respira. Nuestra envoltura todo el tiempo.

Y la Guadalupana como que ya se quedó viendo a Lucero y luego a Blanca Guerra en las telenovelas. Porque los Yankees de Jeter siguen perdiendo por blanqueada contra cuatro carreras, en la parte baja de la cuarta entrada.

Moraleja: el Gobierno Federal hizo lo que pudo, lento y torpe; pero lo mejor que pudo, que fue casi lo mejor posible en sus circunstancias. El Gobierno del DF no cometió muchas ineptitudes, únicamente las de su nivel usual; su mayor negligencia estuvo en la cuestión, relativamente secundaria, del estado del aire que se respira. Un olvido con plan de su parte.

La gente en general se portó de modo ejemplar. Con mucha urbanidad y civismo, más del que deja suponer la enseñanza que han recibido de parte de la SEP y Televisa Espectáculos. Es algo que sale de un sitio otro, incontolable, indefinible: ser ciudad tanta gente junta.

Nosotras tres, ahí vamos. Con rareces sintomáticas de encierro casero en los organismos de BB y H, y la sudada en el de M. Lo demás, normal.

Ya teníamos la costumbre cenobita del encierro casero, las tres. Así, ni subió ni bajó la adrenalina. Como lanchita dirigida por el santo orgiástico, Santiago Genovés. La comida estuvo rica, como siempre. El entretenimiento también. Pero el susto sí está ahí y aquí en la neurosis que produce la escritura del texto general de esta blog: EL CANARIO EN LA MINA DE CARBÓN.

Vamos en la parte baja de la quinta entrada del juego de los Red Sox contra los Yankees en el nuevo Estadio de estos últimos, en el Bronx de Nueva York. Jeter ya cuenta con un hit y los Mulos tienen tres carreras a favor, una abajo de sus contrincantes. Se siente que la Guadalupana vio empezar Alma de Hierro y se regresó rapidito a su nueva tierra, para estar cerca del Jeter como dijo en la entrevista que dio esta mañana al llegar al Aeropuerto de allá y pedir ingreso legal como Emperatriz de América y Diputada General del Sistema de Sirio. Luego, con gran esfuerzo de su parte, demostró el dominio que tiene ya de la lengua inglesa y la historia y el gobierno de los EUA. Por eso está allá ahora. Respirando como Dios manda, para poder darnos su bendición y ayuda en casos de asfixia grave por giro ambiental al malo para respirar, con el esmog bajando hasta el nivel de las calles. Cosa que no pasa. Pero tampoco acaba de ganar su juego la tribu Yankee.

Pero cerca de las diez y media de la noche, la temperatura es de 21 grados. La humedad es del 29%. Sopla, muy ligerito, el aire en las calles. No es mucho para el optimismo mínimo; pero es algo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario