domingo, 10 de mayo de 2009

Llegó el Diez de Mayo



Y como que, al fin, ganó el cus-cús. Les dio meyo.

No hubo la bola de gente en la calle y los restaurantes de los años anteriores, se rompió un uso y costumbre. Por voluntad popular.

Nadie lo prohibió. No hay para qué. Nadie recomendó hacerlo o no hacerlo. Aunque el flujo de los media es por el pleno retorno a la normalidad, con corbata y con vida pública como tiene que ser, sin cuarentena por paranoia.

Pero les dio miedo a las grandes mayorías. La ignorancia galopa y la idea del fin del mundo según lo más negro de las religiones pega muy bien con pandemias y megademias y los cuatro jinetes del apocalipsis. Aumenta la venta de escapularios pero huyeron las pilas de agua bendita y nadie se da la mano ni se toca con el prójimo durante las misas.

Todo era cosa de hacer las reservaciones a tiempo, sacar la ropa, ahora sí que dominguera, y correr temprano a ocupar cada quien con su madre y sus madres el lugar que deje el GDF que haya en los restaurantes, porque como que sí le tiene más miedo el GDF a un virus como el que cerró el segundo restaurante del mundo, The Fat Duck del chef Heston Blumenthal, por cosa de quince días seguidos. Algo que se genera por el descuido en la calidad del agua potable y en la falta de limpieza del sistema de drenaje. No se diga más.

La gente parece que mejor optó por inventar que todo se reduce a una fiesta casera como la de la Rosca de Reyes, digamos. Para evitar que las santas madrecitas se contagien de algo indigno de mujeres de su altísima dignididad y sacralidad dentro del orden simbólico de los machos. Según los curas del Vaticano, la maternidad equivale al sacerdocio de los machos. Porque, les cuenten lo que les cuenten en la tele, la Auténtica Maternidad es una Cosa de Machos -- herencia y apellidos, semen y propiedad privada -- un asunto donde las mujeres no cuentan -- como ocurre ahora en el estado panista, cristero y egoísta de Guanajuato -- que como los griegos de la tragedia cree que las mujeres nada más son hornitos para cocinar el pan viril de los machotes. Y bla bla bla.

Con lo de la "fiesta" en las escuelas todo quedó en "depende" y con sus "asegunes". Sí, todo depende de dónde te toque jugar y sortear la educación básica de tus criaturas, según sea tu proximidad o lejanía del libro de texto gratuito y sus maestros sindicalistas del "aiga" en vez de "haya". Los más desvalidos, según parece, ya ni idea tienen de que eso de las madres fuera una fiesta cívica que se festejaba en las escuelas, ya desde antes no había bailables ni recitaciones ni segmentos de teatrito cursi, la gente perderista no suele ser generosa, no quiere pagar por nada, mucho menos por la educación, sí, ya desde endenantes. Nada más era un buen pretexto más para que no hubiera clases y ya. En los sitios menos zapatoides e izquierdistas de la ciudad las cosas serán a según como pueda la comunidad, en las escuelas privadas se optó por correr la fecha en la renta del teatro y todo lo demás para hacer que se sienta que sí educan a la gente y que no están todo el tiempo en juntas sindicales sobre el arte de no trabajar gracias a la desorganización sindical "sui generis" de México. Todo es cosa de que las autoridades lo autoricen dicen las autoridades mismas de esas instituciones escolares.

Así se acerca el crepúsculo de este día 10 de mayo después de la Megamedia galopante. Con estadios de futbol ya con público en las gradas, aunque sólo el 35% oficial. Hace más de una semana que no se presenta ningún nuevo contagio por virus a/h1n1, ni aumenta en forma exponencial el ingreso de gente contagiada a los hospitales.

Una prueba de fuego. Aprobada por México. Otra vez, cosa buena. Con todo y los defectos y la corrupción e ineptitud galopantes.

¿Cambiará el país? Cambiará el mundo entero. ¿Será para bien? Otra vez, todo depende. De principio, otra vez, parece que sí. Habrá más cuidado por este lado de la salud, el de las epidemias y las influenza. Se llegará hasta donde la conciencia real logré acceder. Y así sucesivamente.

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