domingo, 17 de mayo de 2009

Ayer nomás



Dan ganas de parodiar a Sartre, para decir que nunca fuimos tan libres como en medio de la Megademia. Pero no parece que fuera en realidad así. Fue realmente aburrido. Ver que no empeoraran los contagios ni cosa que se les pareciera. Tratar de entender desde el lugar de cada quien, confiando y desconfiando de los media y de la gente, porque no puede ser de otra manera.

Lo que si queda en el aire son el esmog y la intensificación de las medidas represivas disfrazadas de miedo a la Megademia. La imposición de la mirada encarcelante del hospital, la mirada del miedo pánico a la enfermedad, al contagio por culpa del invisible virus. Una cuestión más cerca del mal de la teología que de la higiene de la vida ciudadana acatual, al menos desde este orden sociocultural mexicano donde estamos, todavía en el centro del centro de todo: la ciudad de México.

Es lo que queda. Mejor literatura sin literatura en la parte más reciente de la blog; pero mejor información psicoanalítica en los inicios y la parte más antigua, cuando realmente estuvimos en medio de algo peligroso. Ahora ya todo es distanciarnos de esa situación anómala, de urgencia general; y tomar medidas contra la esperable respuesta o regreso o rebote del virus y la influenza, algo en realidad inevitable y que se puede esperar más o menos como el de los años anteriores. Porque es de suponer que habrá mayores cuidados e higiene, mayores medidas precautorias.

Lo grave en juego es la intensificación de la vigilancia sospechosa, sin sustento, porque sí, por fuerza de imponer y deshacer el Estado, la vigilancia que reduce nuestras libertades. Algo que debemos cuidar igual que el regreso de la epidemia.

Lo positivo posible es un mejoramiento del bienestar sustentable de la ciudad entera. Por necesidad de higiene, por obligación de actuar contra la Megamedia. Ya que cada día que no estalla el desastre calculado al principio de todo, vuelve más ejemplar y significativa la socialidad real de la gente que vivió este suste en México... ciudad... estado... país... idea...

Resistencia y contracultura son las palabras que conectan con este texto. Resistencia al olvido y la desinformación, resistencia a la ignorancia deseada y la servidumbre voluntaria, resistencia al sujeto individualista posesivo... y contracultura... otras ideas... otros códigos... otros acuerdos... que vuelvan factibles más libertades por acuerdo y conveniencia general. Como la libertad de expresión que aquí hemos ejercido de modo extremo desde el principio, para no dejar nada sin pensar ni decir, desde nuestra situación y condición.

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