martes, 5 de mayo de 2009

Hoy nadie está así de contento y sonriente en la ciudad de México


Ni los hijos de los más ricos y pudientes pueden respirar aire puro por acá. Por eso, cuando vienen a saludar familia pobre, tienen que salir a la calle envueltos en un impoluto carrito del movimiento familiar cristiano, también conocido como condón total con automovimiento gasolínico.

Pero no nos engañemos. Ellos, los ricos y pudientes, mejor viven, respiran y se alimentan en Miami, NY o, ya de plano, con estilo gurmet, del otro lado del charco, tan cerquita como se pueda de El Bulli. Con aire acondicionado orgánico y una maceta con perejil en el alféizar de la ventana que da para la alberca.

A la parentela pobre de por estos rumbos la saludan por la compu y les mandan besitos cada que viene el papa a hacerles los mandados.

2 comentarios:

  1. La pregunta que haría es: qué hacemos desde la contracultura?, qué acuerdos se buscan con relación a la contingencia ambiental en la ciudad de México? A los de a pie, a los que no pueden salir a toda velocidad por tierra o aire, qué opciones se pueden generar para disminuir o acabar con este problema?
    Creo que una moraleja sería que como sociedad civil y por el número de personas que vivimos acá en la ciudad, el aprendizaje es que pequeñas acciones que se hagan en colectividad puede tener repercusiones inimaginables, que más allá de una clase política aturdida podemos generar acuerdos con implicaciones directas en nuestra vida cotidiana. Eso y muchas cosas que en espacios como este podemos reflexionar.

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  2. Una cosa esencial: contracultura = libertad.

    La contracultura es libertad en acción directa de cada quien donde está, es decir: polìtica de primera necesidad (la de "segunda" es la de los partidos, que es donde hoy se queda la gente en ser "izquierdista" como hay otros que se quedan en ser "chemos", todo depende de lo que huelan.

    Lo que circula como información por este medio entre gentes como nosotros, Emmanuel, ya son propuestas de solución con valor contracultural cierto y efectivo.

    Estar en comunicación contracultural en sí, de acuerdo a lo que entendemos de los planteamientos de Rubén Soto Rivera, significa no depender de nada escrito para tomar decisiones. Depender directamente de los hechos y de la conversación real cara a cara, para evitar caer en los enredos de dictadura del pobre-tarado que genera, de por sí, la cosa de esta escritura.

    Por eso no se escriben los diez mandamientos de la contracultura, ni hay la revista Proceso o el diario La Jornada de los contraculturales. Nuestra comunicación es como el búfalo libre de la praderas, se decía en los sesentas, o como el ruido de Hendrix en YouTube. Es algo que se manda solo.

    De tener que salir a la carrera de la ciudad: hacer bien lo que hicieron mal en el Titanic.

    Las mujeres y los niños primero.

    Los rucos nos quedamos, para no estorbar. Los que huyan, son cobardes.

    Y así y así...

    Nosotras, como Chorcha Chillys Willys, hemos optado por no estorbar. La eutanasia, aguantando hasta donde dé la dignidad y deje la realidad. Pensamos juntar gente y agarrar la fiesta, si nos asfixiamos, ni pedo, y si no, ¡qué pedo! Fiesta de gente acá. Ya la soñó Mendiola el otro día, salía Orson Welles y unas bailarinas del Bolshoi, bien acá la fiesta. Chela, encuere y ele-ese-dé, todo aportado, a güevo que sí, por la ciudad, si no les vamos a estorbar. Y para el susto: pastillas para dormir o más l-s-d, pero ahora que se pueda inyectar a la yugular como cuentan que pasó con Aldus Huxley. Es cosa sencilla, todo.

    Y así se sigue conversando de este modo. Para tener en funciones el coco libre, la mente pensante de lo que aquí llamamos contracultura = libertad = + comunicar(se) comunicar(nos).

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