martes, 19 de mayo de 2009

amanece...


...y me sucedió la cosa más rara. Ayer (hoy) salí pasada la medianoche a conseguir algo de tomar porque no tenía ni agua (de la llave, sí; pero turbia como champurrado, debido a reparaciones del organismo operador). Como Ixtapa está desolado, fruto de la influenza ó más bien del manejo mediático que se hizo de su aparición, tuve que cruzar el cerro hasta Zihuatanejo; sólo para recorrer calles igual de solitarias, casi fantasmagóricas. La tienda de la gasolinera estaba cerrada, así que me dirigí al centro, al "Cacahuate"; afuera, estacionados, encontré a varios amigos taxistas platicando animádamente. Como hacía tiempo que no los veía, me puse a charlar con ellos. Me comentaron que estaban por asistir a una reunión del gremio pues tenían planeado realizar un paro de labores a partir de la mañana. Seguimos conversando y de pronto todos se subieron a sus respectivas unidades. El movimiento fue tan rápido que cuando arrancaron yo todavía seguia sentado en un taxi con la puerta medio abierta. ¡Acompáñanos!, dijeron, y se comunicaban por radio. ¡No nos tardamos!. Mi carro se quedó muy serio frente a la cortina abierta de la miscelánea mientras yo me enfilaba junto con la caravana de autos blancos hacia el cerro de "La Madera". A mí algo se me hizo raro por que de reojo alcancé a ver que algunos taxistas cargaban bolsas de hielo y quién sabe qué tanto más. El caso es que como me lo imaginé, los carros subieron rumbo a "la Ropa" hasta llegar a una casona que había sido un restaurante y se estacionaron a lo largo de la carretera junto con ¡todos los demás taxis del municipio!

... El ambiente era de fiesta más que de reunión sindical; efectivamente estaban preparando una especie de ponche rojo en una enormes vidrieras y todo mundo tenía un vaso de plástico de a litro cargando en la mano. Poco a poco me fui enterando de que celebraban no se qué y que como no había nada que hacer decidieron juntarse en bola, nomás por que sí; en caliente y de repente. La gente estaba en la calle y a lo largo y ancho de la casona y de cada carro salían distintas canciones, la mayoría rancheras y cumbias; sin faltar las gruperas y alguna de la "época de oro" del rock en español.

Yo les dije que ya no bebía, pero entre broma y broma me fui tragando aquel brebaje. No alcancé a distinguir exactamente la mezcla, supongo que se trataba de Absolut Mandarina con Red Bull y algunos otros destilados que cada quién sacó de no sé dónde... Lo que sí sabía un poco raro eran los hielos; estaban muy chiquitos, como de granizado y tenían un sabor picosito. El caso es que de pronto entré en una especie de sopor, luego en cámara lenta, hasta que ¡pum!, caí...

Al despertar materialmente no pude moverme. Todavía era de noche y entonces recordé perfectamente algunas escenas sacadas de alguna película de L. Alcoriza en donde me veía a mí mismo como desde otra dimensión. De "La Ropa" habíamos ido hasta "El Hujal", todos en fila india. Llegamos a una casa en la parte alta, con una vista muy bonita y un kiosco con forma de palapa rodeado de una floresta. Yo caminé como zombi hasta unos sillones donde me apoltroné entre varias parejas que se acurrucaban cubiertas por delgadas mantas a mi alrrededor. Tenía la quijada trabada y escasamente podía hablar. Una de las chicas, que estaba cantando y tenía una voz grave, preguntaba que porqué yo no decía nada, que sí no me gustaba su voz; entonces otra chava, un poco mayor le explicaba que estaba yo "malito" y que necesitaba descansar. De pronto me agarró un frío cruzado y mi mandíbula comenzó a tiritar. La chava mayor, que estaba con uno de mis cuates, se acercó y me arropó con una manta suave y perfumada. Recuerdo que nuestras miradas se cruzaron y no alcanzé ni a darle las gracias. Luego volví a caer en un sueño intermitente, y como flashazos recuerdo ver a la gente conversando y moviéndose a mi alrrededor. Cuando desperté estaba solo. Caminé hacia la salida y para mi sorpresa me topé de frente con mi carro, muy formal y estacionado con su trompa mirando para la avenida. Pensé que era bueno tener amigos en el gremio. Tenté las llaves en mi pantalón y al momento de abrir la portezuela, alcancé a escuchar una voz que salía por la ventana de una habitación. Amanece, y está cantando...

RAÚL CASAMADRID

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