martes, 5 de mayo de 2009

SE ACABÓ LO QUE SE DABA


Esto comenzó con la angustia de la medianoche hace cinco días. Cuando se hizo muy evidente que la Megamedia era un hecho real y que media humanidad no tenía la más mínima idea al respecto. Mientras la otra mitad tendía a seguir los cuatro pasos ideológicos, comenzando por el número uno y más peligroso para su futuro: la denegación infantil de los hechos, decir que todo es mentira. Cosa muy peligrosa cuando se pasa del nivel narcisista personal al de la psicología de masas de doce millones de individuos, en lo más inmediato.

Ocurría de verdad algo anormal, hasta en la forma de que no ocurriera nada de verdad visiblemente anormal. No al comienzo.

Podían verse ridículas las autoridades, tontas su explicaciones, desproporcionadas sus medidas de acción. Pero algo no iba como tenía que ir, algo andaba mal.

Luego ya había de todo. Los cubrebocaynariz como síntoma visible, lo manifiesto. Había miedo a una epidemia. Y había un nuevo virus.

Nadie en sus 5 esperaba la muerte. Pero todo mundo la temía. De allí, las reacciones, tan diversas, tan maniáticas. Muy poco pánico, mucho encierro de avestruz. Mucha moda y pose con las mascaritas, nada de higiene y salubridad pública. Nada de información sólida. Sólo muchas reacciones del tipo de conseguir ajos contra los vampiros o poner plumas de gallina negra junto a la estufa de la cocina, para deshacer el amarre de infección que envían los santos del monte que mandan las calenturas. Como cuando las pestes medievales en Europa, que todo el pueblo iba de inmediato a hacerse la señal de la cruz en la frente con el agua de la pila de agua bendita de los templos.

Y la anomalìa de que Calderón (el lento) declarase, una cuarentena relativa y autorresponsable, como un asueto mental para la gente inútil, según la perspectiva del capital salvaje. Nada dijo de cuarentena, mucho menos de relativa y de autorresponsable. Él nomás confío en que la santidad del hogar familiar cristiano produjese los suficientes anticuerpos para que nadie más se contagiara de lo que nadie podía informarle qué cosa era, porque ni los del Pentágono lo podían saber bien en ese momento.

El peor error de comunicación social estuvo en lo de las nomenclaturas. Todo fue equívoco tras equívoco filológico, al querer denominar la causa de la Megademia con la palabra "porcina", una incorrección ética y científica de tamaños universales; por eso nada se puede explicar todavía hoy como debe ser, todavía falta hacer muchas aclaraciones para ello. Pero lo que más falta en el periodismo del mundo es gente que haga periodismo de la ciencia o, mejor, periodismo científico --como dejó ver la tele en estos días, los reporteros en las ruedas de prensa son tan ignorantes y necios como los políticos y los médicos de la burocracia, si por eso conviven tan bien en el recinto grillo de San Lázaro: burócratas y periodistas. Un buen ruideral.

Lo bueno es que había Wikipedia y que no se fue mucho la luz por la colonia.

* * * * *

Por ahora, el nombre del virus es A(H1N1).

La enfermedad que causa es una infección de influenza grave. Con síntomas muy intensos de dolor de cabeza y en las articulaciones, lo mismo que una fuerte sensación de asfixia, con calenturas muy altas en el organismo, superiores a los 37 y medio grados.

No hay de que asustarse mucho esta vez. Ya se calma lo peor. El rebote se dará sin duda; pero nada deja pensar que sea peor que lo que ya pasó. Una grave gripa.

Todo pudo ser diferente. De veras peor. Una megademia de influenza desconocida puede ser parte del fin del mundo real, nada de mitos, pura ciencia orgánica.

Se actuó a tiempo y espantamos entre todas las gentes de la ciudada de México a un lobo de verdad: la Megademia por infección pulmonar de influenza intensificada, el posible haber llegado al punto donde una enfermedad que no era mortal, ya la tiene de verdad todo mundo, absolutamente todo mundo. Porque ya no hubo medicina o porque ya no hubo gente que pudiera tomar las medidas para curar enfermos y conservar sanos a los sanos. Así de grave puede ser una infección global de este tipo. Por eso los virus de este tipo son vistos como arma de destrucción masiva.

Ojalá mejore pronto la capacidad social para determinar cuándo la causa real del problema de la ciudad es el inminente ataque de un lobo y cuándo los gritos irresponsables de algún pastor irresponsable que chilla por miedo.

Ya cada quien, donde está y como está, parece haber visto una o varias sendas de comunicación para mejorar en la política de primera de la vida cotidiana dicha capacidad. En ello estamos. Luego, cuando eso pega, consigue hacer que los politicos y los médicos se vuelvan más responsables y eficientes.

De todas maneras, en los hechos duros, la ciudad debe darles las gracias a todas las personas que desde la zona de los hospitales y las clínicas detuvieron la epidemia de influenza por A(H1N1), lo mismo que a todas las personas que se encargaron de la seguridad pública, que no emperoró, y lo mismo a quienes tomaron las decisiones políticas y quienes informaron y opinaron desde los media. Gracias.

Se calma la neurosis de canario en la mina de carbón. No se acaba el miedo a que esta contaminación ambiental de hoy sí provoque un desastre. Pero lo que originó esta blog, ya se calmó. Hay que seguir por otro lado y de otra manera.

Aquí ya hay una huella de tres personas que reportaron lo que pasó cuando estaba pasando. Por eso, concluimos este RELATO con la repetición de este videoclip...


--Nos cae, güe, que ningún micrófono peluche fue maltratado durante esta filmación.

Chao.


AQUÍ MERO. EN ESTA BLOG QUE VES Y LEES: EL CANARIO EN LA MINA DE CARBÓN. HAY TODO UN REPORTAJE DE LO QUE VIVIMOS DESDE ADENTRO DEL ACONTECIMIENTO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario