jueves, 7 de mayo de 2009

PRESENCIAS AUTORALES



A RbkMnk[1]


No puedo dejar de escribir. Me pasa así desde que empecé a escribir, hace más de cincuenta años.


Cuando conocí a Otaola, me dijo:


--Escribe una cuartilla diaria. Una, siquiera una. Que esa sea la dosis mínima. Al mes, tendrás 30 cuartillas escritas. Y al año, 365. Un libro por año. Si logras eso, una cuartilla diaria. No importa si son cuentitos como los de Julio Torri o una novela como En busca del tiempo perdido. Con más de 300 cuartillas, tienes un libro.


Lo he cumplido con creces. De allí han salido todos los libros que he publicado hasta ahora, unos de diez. Pero también de allí viene la conciencia de que no puedo escribir libros. No se me da fácil esa forma meta-genérica. Escribo, sí; pero escribo escritura. Ni en grado cero ni en grado infinito; escribo escritura degradada.... meta-literatura –le dicen ahora, gentes tan locas como Juan Marsé.


Escritura degenerada en grado extremo. Más de una cuartilla diaria. Con tal compulsión declarada comenzó el relato general de esta blog, diciendo que puedo reportar por escrito lo que pasa al momento, como Funes el memorioso. Y aunque sea imposible. Si nada me detiene, puedo escribir sin detenerme. Sólo descanso lo necesario. Para hacer ejercicio con el organismo, camino una hora, la hora de nuestra vuelta reportaje cotidiano como Chorcha Chillys Willys. Ir al baño y esas cosas. Como bien mientras escribo; pero no lo hago diario. Lo de escribir y comer al mismo tiempo, tal como hago justo ahorita mismo; porque lo de comer nomás no se me olvida ni un dìa, mis cinco comidas diarias.


Se escribe. No se deja de escribir. Todo el tiempo. Con cortes para hacer cosas de la vida real, para regresar pronto al seguir escribiendo. Como personaje de Samuel Beckett o de Ítalo Calvino, como obseso de relato de locos obsesos con algo: Ahab con la ballena blanca, por ejemplo. Don Quijote con la caballería andante. Nick Currie con ser Momus. Dr House con el Vicodín.


Esto veo claro con lo que escribo aquí ahora. Me obsede la escritura, no puedo dejar de escribir. Y ahora veo que eso tiene que ver con esto del reportaje y el canario en la mina de carbón, lo que ya me tiene escribiendo sobre la traza de algo. Que me deja entender mejor. Lo que hacemos.


Cuando nos da como me dio la Megademia.


Lo que estamos construyendo como toda la blog esta vez. Un reporte sobre algo nuevo. No “nuevo” como la llegada del cine al mundo del arte, según Alfonso Reyes. Sino como la transformación revolucionada de un virus en serio destructivo, el de la influenza, en general, que deviene la posibilidad de esta infección que nos (pre)ocupa y que ahora quiero ver con la calma de Susan Sontag cuando estudia su cáncer, al no poder dejar de escribir y tener que escribir sobre ese grave riesgo de morir. Una deriva para la deriva que se escribe. Que se sigue escribiendo. Entrada tras entrada de la blog. Un yo que se dispersa. Por la Megademia.



[1] Hay una conversación en el Comentario donde tú intervienes por vez primera dentro del relato con tu persona y conciencia. Besos.


2 comentarios:

  1. Mi corazón se volcado contra mi, reclama con temblores en mi cuerpo todos estos años de silencio, de decisiones absurdas, de conjeturas inutiles, de deseos reprimidos. Jamás pense que me contestaran, me senti tan minima. Esto hasta les traera una sonrisa, me converti al cristianismo. Lei con ELLOS (si, ellos, no existen ellas) la biblia, sin embargo, aquellos pasajes que leimos juntas eran tan diferentes que llegue a pensar que Ustedes tenían un libro mágico, irrevente, una copia oscura...en realidad aquellos consiguieron de mi lo que deseaban...anularme.
    Deseche a Simone de Beauvoir y fui muy dura con Foucault. He pagado caro ese desprecio.
    Hoy me han dado un gran regalo. He suspirado profundo, no saben cuanto, tanto que siento su abrazo.

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  2. ***************

    Pues bien que nos comunicamos de este modo. Un puente, un gran puente.

    Vaya un beso virtual.

    Gracias por leer.

    Te extrañamos.

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