Así es, personas buena onda que estén leyendo esto... A chubear y pensar que nadie sabe más sobre lo que está pasando. Todo lo que se puede saber desde nuestra situación de intercomunicación ya está en internet y en lo que vamos juntando aquí con nuestro sentido del humor.
En términos de ciencia médica, según se ve, no es mucho lo que se sabe de verdad, también más que nada conjeturas. Si ves Dr. House, así está la cosa. Un pizarrón blanco con palabras y nombres, sí, de drogas que pueden curar de los virus. Sí, así es. Virus y drogas es parte de este asunto. Virus que nos enferman y matan y drogas que los matan a ellos. Así de plana y clara es la cosa. Tenemos, calcula Mendiola, un 73% de atinarle a la solución con tiempo de que cause poco daño en el planeta. La ciudad, dice la tele, está como en observación médica mundial, global y planetaria.
¡¿Se imaginan esta inquietud y esta velocidad de acción contra el sida, hace treinta años, más o menos?! ¡La de santa vida humana que se hubiera salvado! Hasta este momento, parece que han decidido salvar de verdad a la mayoría más grande que sea posible, en el planeta entero.
Carta robada. La muerte y el erotismo, según la parte maldita, es decir, según la fuerza, hasta cierto punto ineluctable, del exceso y su porque sí contundente. El amor por la vida como miedo al otro, porque el otro es lo desconocido de la peste, lo desconocido de la Megademia, lo desconocido de la muerte. Que es un miedo razonable a la nada; pero que por lo común termina volviendo loca o tonta a la mayoría de la gente. Porque es un miedo que paraliza y perturba. Querer vivir eternamente, contra toda evidencia y contra toda razón. Un engaño difícil de deshacer. Porque si se deshace, lo que se vuelve más difícil es sobrevivir.
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