jueves, 30 de abril de 2009

El mal


Los virus del tipo que causa este caso de influenza no puede ser producto de la naturaleza. No porque ésta sea sabia y protectora del ser humano, sino porque en realidad no es tan ojete ni tan estúpida como un militar cuando decide de verdad acabar para siempre con el enemigo, y sin importar para nada de qué lado de las trincheras esté el militar, pues da lo mismo izquierda que derecha. Una necedad indigna de seres pensantes, la de la guerra, que siempre es sucia; pero que los humanos realizan desde hace unos quince mil años de modo sistemático. Prueba de que no funciona es que la humanidad crece sin que ninguna milicia destruya por completo las muchas otras que producen lo que llamamos la actual economía global. La velocidad de mutación de este virus es producto de una transformación de laboratorio. Una aceleración como la del petróleo en gasolina; pero no como la de los azúcares en alcoholes. Este virus debe ser un producto muy preciso de laboratorio científico. Uno dedicado a la guerra bacteriológica; por eso no hay ese tipo de laboratorios en México, acá no está de moda la guerra bacteriológica -- y de ahí algo de la lentitud para diagnosticar el mal en concreto desde nuestro país. (¡Ah, siempre en estos casos hay alguien de la UNAM que sale y dice que lo puede hacer y mejor que quien sea; lo dicen, sí, de inmediato, nunca lo han conseguido en los hechos, por cosas de costos y precios reales! ¡Por falta, creemos, de principio de la realidad!)

¿Qué es un virus? Un bicho, entre metálico y biótico. Que, en cuanto ingresa en un bicho vivo, lo hace estallar y se lo come. También se puede decir que es una microbacteria. Una cosa que come sin parar. Pero, ojo, no es un Alien como el de las películas. Es más como un perro o un gato o como una rata o una araña peluda. Para que ese bicho se vuelva algo como un Alien se necesita algo como Hollywood, precisamente. Y eso es la industria bélica dedicada a la guerra bacteriológica. Fabrica para la guerra Aliens de verdad, o como decimo por acá: no se anda con mamadas. Una industria que, por motivos de mercado, tiene su contraindustria hermana gemela, afortunadamente igual de poderosa y egoísta: la farmacéutica que produce los antídotos contra esos Alien. Así es la cosa, digamos, desde tiempos de los Borgia y Leonardo da Vinci.

Moraleja: conjeturamos que dos grandes megaempresas farmacéuticas controlan los antídotos, el Estado los monopoliza. Son drogas. En cualquier rato se van al mercado negro del narcotráfico y... Como ahora con la morfina y la heroína que también son medicinas contra las enfermedades.

Pero nadie tiene idea ya de quién controla lo de los virus de este tipo. Aunque su origen de laboratorio tiende a ser propio de la milicia del Pentágono. Que los pueda tener el fantasma de Ben Laden o el Chapo Superstar es cosa del bizne y ya. Falta democracia e ilustración por todos lados. Gana el mercado negro. Mala onda, todavía.

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