jueves, 30 de abril de 2009

De lo que creo que me enseñó el tícher Elizondo


Gracias a Dios, que no existe --cre(e)o(mos) que diría él, pecando una vez de común en el habla. Nunca fui su alumno regular en nada de nada. Pura voluntad libertina nos une hasta ahora. Quien lee Farabeuf en serio, eso espera de su autor, aunque sea tícher de universidad. Lo importante es la perversa mirada que integra el ojo con que Salvador Elizondo ve la imagen del texto de Bataille, la parte maldita.


Por eso era su oyente en la Fac de Filosofía y Letras, cortesía de usted, Raúl Casamadrid. Que me dijo:

--Tú llégale de oyente. Te juro que ni pasa lista. No sabe quiénes son o no son sus estudiantes. Pero a todo mundo le da clase. Y lo más probable es que casi nunca llegué a clase. Da pocas clases en persona.


Y ahí estuve en el salón de clases escuchándole esas pocas pero más que suficientes veces. Era cuando Elizondo estaba bien metido con los cuentos de Poe, los del personaje Dupin. Todo lo que leía en voz alta era en lengua inglesa, sin traducción para la bola, de allí sus pocos estudiantes en cada curso y sus mucho/as oyentes. Les veía a estos tres cuentos su retorcida trama homosexual manifiesta, algo que les encantaría platicar en pantalla ahora a los de la babosa palabra coyoacanera en el 22, pienso yo.


Pero también el tícher Salvador Elizondo veía en esos textos al Edgar Allan Poe periodista policiaco, resolviendo casos metafísicos plus, digo yo, según la nomenclatura existente para las salas cinematográficas. Un antecedente real para la filosofía norteamericana de los signos y la semiótica, tal como se ha demostrado muchas veces desde entonces. Resolver problemas de opinión pública mediante el ejercicio de la maqueta literaria, la ficción no como entretenimiento solamente, ni como espectáculo de la cultura, sino como auténtico y puro pensar, sin etiquetas ni encierros de ese tipo. Resolver problemas como el caso que aquí reporteamos.


Porque yo, Mendiola, escribo desde hace un buen rato como conciencia colectiva, no exactamente por narciso o demencia, sino por eficacia de velocidad en el teclado de la compu (ahora ya son 53 años de práctica casi diario); es decir, yo secretareo en forma personal realista el trabajo de estudio y pensar de la Chorcha Chillys Willys, una entidad colectiva con tres cerebros como centro vital, cuando menos. Dado que la cosa comunal "varea" como los buenos vinos, no todos los años es lo mismo, en la misma cantidad y de la misma manera --para ahorrar, por ahora, más explicaciones (que allí están en el Perfil las otras blogs para esos detalles).


Y así de rara está la cosa. Como cuento de Edgar Allan Poe explicado por Salvador Elizondo. Nada qué tenga que ver con arte o literatura, cosas ya por completo del siglo pasado. Ahora los textos deben ayudar a pensar de verdad, la estética y la esencia de la poesía son un reverendo carajo si no nos hacen pensar, en definitiva, por cuenta propia. Sin Heidegger y sin Poe y sin Elizondo y con ellos y la demás gente, de preferencia, ahora, entiendo, más mujeres que varones, para ver esa deriva del "vareo" que ya le dio al pensar la liberación feminista de la humanidad.


Para Margarita Pisano, creemos, esto obliga a escuchar primero con mucho cuidado. Porque nos encontramos en medio ya de un gran desprendimiento. Un giro evolutivo, pensamos nosotras tres, las personas que integramos el cerebro de la Chorcha. Un gran paso para la ciudad de México y un paso muy pequeño, probablemente, para el resto de la humanidad, al menos al principio. Evolución política como cuando se fue la electricidad ("luz") todo el día o como cuando el terremoto de 1985. De éste último, ¿se acuerda usted, Raúl?, sacamos no pagar el teléfono público, nos lo ganamos como ciudad bien hecha para los malos ratos, ¿se acuerda? Luego, dejamos que vinieran estos médicos y estos políticos -- digamos -- como metáfora -- diría el Nietzsche del telenene Rada -- que "de Slim" -- y nos lo quitaron todo eso y se lo dieron con sus debidos creces a él.


De eso hay que conjeturar en este reporte. Para no perder el principio de la realidad. Y tratar de saber qué está pasando. No somos Dios, ni Diosa, ni madre naturaleza ni madre de nada -- todo eso es un mito como explica muy bien el caso del telenene y el del chef a la Súper Barrio del Canal 22 -- con guiño de ojo para Facebook, you know.


¿You Know?

¿En dónde está la carta robada de este asunto de la dizque pandemia de la peste qué?

Vamos para arriba con ello...

je je

1 comentario:

  1. No será difícil de comprender, viendo la trama general del texto, que el alejamiento del arte y la literatura no implica dejar de recurrir a documentos de esa zona de la sociocultura. Imposible pensar en comienzos desde cero, mucho menos posible resulta imaginar proyectos de olvido. Hay que sobrevivir con todo presente, es lo mejor, según parece. Entonces, lo que antes interpretábamos como arte, en busca de la perfección y la belleza conceptuales, según modelos básicamente griegos clásicos mal interpretados durante el renacimiento, ahora son ejemplos de vida y figuras para pensar el pensar. Ya que no todo lo de la cultura del espectáculo tiene que desembocar en cháchara y trivia, de allí la necesidad de golpear conociencias del modo en que Cioran soñaba con una escritura capaz de romper mandíbulas. En ese último día del mes de abril, el miedo a la Megademia de verdad era grande, nadie daba muestras de entender cómo se contagiaba ni si era o no era letal. Mientras tanto, lo conmovedor y contundente, ya en ese momento tan ambiguo, era que la gente de la ciudad optaba, casi sin siquiera proponérselo, por los consensos más razonables y lograba un estado de convivencia harto aceptable, tanto en lo clave para la contingencia sanitaria como en lo sensato para soportar el cambio.

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